Obra 02
Tienda Imaginarium, en un centro comercial de Colombia, hace ya muchos años.
Era una tienda como muchas otras. Estanterías, luces, cajas registradoras. Pero tenía algo que ninguna otra tenía: dos puertas.
Una grande, para adultos.
Y una pequeña, solo para ti.
Si eras niño, no necesitabas que nadie te explicara cuál era tu entrada. Esa puerta baja, redondeada, a tu altura exacta, te hacía sentir que habías llegado a tu lugar. No uno prestado, no uno adaptado. Uno pensado especialmente para ti.
Entrar por ahí era mágico. No solo por lo divertido —sino porque el mundo, por una vez, se adaptaba a ti, y no al revés.
Esa pequeña puerta no era decoración. Era un manifiesto silencioso, una decisión de diseño con una intención poderosa: poner al niño en el centro, no como acompañante, sino como protagonista de la experiencia. El espacio entero giraba en torno a eso.
Desde UX, esta es una pieza brillante de diseño ambiental y hasta inclusivo. La experiencia comienza antes de que entres, y te cambia el rol de inmediato: de observador pasivo a explorador legítimo.
Desde la economía conductual, es un ejemplo perfecto de cómo los rituales de entrada marcan lo que viene después. Esa puerta más baja no solo era memorable: también preparaba al niño (y al adulto) para asumir un nuevo tipo de interacción. Generaba pertenencia, emoción, una historia para contar después.
El producto no empezó en los juguetes. Empezó en la puerta.
Créditos: Imaginarium, Empresa española