Obra 11
En una esquina del salón, suena un clic suave. Luego, un pequeño motor imprime unas palabras con ese zumbido nostálgico de las impresoras térmicas. Es un mensaje de su nieta, y lo está leyendo en papel, no en una pantalla.
Así funciona el Yayagram, un dispositivo hecho a la medida del cariño y la memoria. Con botones físicos, cables que se conectan manualmente y una Raspberry Pi, permite que personas mayores —como la abuela de Manu, que por su edad ya no se lleva tan bien con los celulares— puedan recibir y enviar mensajes de voz a través de Telegram, sin depender de pantallas táctiles ni aplicaciones complejas.
Esta obra no es una solución industrial. Es una solución íntima.
Diseñada no para millones, sino para alguien en particular.
Y sin embargo, nos recuerda a todas y todos que el buen diseño no siempre escala, pero siempre conecta.
Porque cuando el canal de comunicación se adapta a quien lo necesita, lo que fluye no son datos, sino afecto.
Y desde la economía conductual lo sabemos bien: cuando reducir fricciones y simplificar decisiones se hace con empatía, las personas no solo actúan diferente… también se sienten diferentes. Más seguras. Más capaces. Más cerca…que era justo lo que la tecnología estaba tratando de lograr en primer lugar.
Un ejemplo poderoso de diseño centrado en las personas, que no solo resuelve una necesidad funcional, sino que redefine lo que significa estar conectados.
Créditos: Manuel Lucio (creador original del Yayagram) y Javier Pastor
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