Obra 17
Los hornos microondas no hablan nuestro idioma. Pero sí el de nuestras costumbres.
En México, uno de estos aparatos puede tener un botón para fajitas, otro para palomitas y otro más para tacos. En Colombia, en cambio, se encuentran opciones como crispetas, recalentado o papas cocidas. Y en el resto de Latinoamérica hay otros veinte ejemplos equivalentes. Mismo electrodoméstico, distinta conversación.
Y no es casualidad: esas funciones predeterminadas no solo buscan facilitar tareas frecuentes. Son un guiño cultural. Una forma de recordarnos qué se come, cómo se calienta y qué se considera rápido y rico en cada país. Un reflejo de lo cotidiano que, sin hacer ruido, nos acomoda el día.
El diseño de producto, cuando está bien hecho, no solo piensa en lo técnico. Piensa en las personas. En sus hábitos, en sus palabras, en sus ritmos. Lo que para una empresa puede parecer una decisión de programación, para el usuario puede ser una diferencia que ahorra segundos, una que te hace sentir comprendido… o hasta que saca una sonrisa.
Porque hasta en tu cocina se mezclan historias de diseño. ¿Te habías fijado?
Créditos: Tiendas Liverpool, México y Carulla, Colombia.
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