Obra 25
Cuando estás por preparar varias tazas de té, hay un momento en el que todo puede volverse caótico: sobres abiertos, etiquetas sueltas, aromas mezclados, preguntas como “¿cuál era el mío?”.
En ese instante tan pequeño —y tan común— es donde aparece el diseño. Como suele pasar, en los lugares más inesperados y en las gritas de tu día a día.
En esta colección de infusiones, cada sabor tiene asignado un color específico. Verde para la mezcla con manzanilla, morado para la lavanda. Un sistema tan sencillo que apenas se nota… hasta que se necesita. Esa es la magia.
Don Norman lo explica en La psicología de los objetos cotidianos: los buenos diseños no exigen esfuerzo extra para entender cómo funcionan. No necesitan manual, ni tutorial. Se anticipan al error y lo reducen. Eso también es economía conductual en acción: diseñar el entorno para hacer más fácil una buena decisión.
No se trata de hacer más bonito el empaque, sino de facilitar una experiencia compartida, rápida y sin estrés. Una ayuda silenciosa que permite que el foco no esté en recordar qué té era cuál, sino en disfrutarlo. Porque lo que este usuario quería no era más estrés y confusión, sino una taza de paz.
Diseño invisible, pero bien pensado.
Créditos: Member’s Mark, marca de Sam’s Club, México.
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