Obra 26
En medio del ajetreo de maletas, filas y pantallas de abordaje, hay una sala de espera que no se siente como tal. En lugar de unas sillas cualquiera, hay algo especial esperándote.
Parece una pausa. Pero es más bien una inmersión. Donde antes había sólo escaleras, ahora hay piedra, geometría y leyenda. El aeropuerto de la Ciudad de México transformó parte de su arquitectura en un homenaje a la pirámide de Kukulkán. No es una réplica exacta, ni pretende serlo. Es una reinterpretación: arte que se cruza con los flujos del día a día.
Mientras esperas tu vuelo o a tu ser querido que viene de viaje a visitarte, puedes aprender sobre el Chac Mool o la leyenda de los árboles Chechén y Chacá. O simplemente contemplar. Porque a veces, el mejor diseño no acelera, sino que invita a detenerse.
Es una experiencia pensada para quienes no vinieron buscando cultura… y la encuentran sin darse cuenta.
Diseño de espacios, sí. Pero también de momentos. Un UX que no sólo informa, también enseña, que transforma un momento aburrido en una oportunidad.
Créditos: Aeropuerto Internacional Benito Juárez, Ciudad de México, México
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