Obra 03
Pasillo de un supermercado, sección de frutas y verduras.
Algunas frutas se venden por sí solas.
Otras necesitan un poco de ayuda.
El rambután —esa fruta con aspecto alienígena, peluda y brillante— no es exactamente intuitiva. Y eso está bien. Lo que no estaría bien es dejarte solo frente a ella.
Este empaque no lo hace.
Te acompaña.
Junto a la información nutricional, tres pasos claros, ilustrados con dibujos simples y verbos directos:
Corta. Pela. Disfruta.
Eso es todo. Pero eso lo cambia todo.
Desde UX, este es un gesto fundamental: diseñar pensando en quien no sabe. En quien nunca lo ha hecho antes. En quien podría sentir vergüenza, o simplemente decidir no arriesgarse.
Desde la economía conductual, es una jugada estratégica: reducir la incertidumbre disminuye la fricción. Quita el miedo al error. Abre la puerta a la curiosidad. Aumenta la probabilidad de compra.
Para quien lo ve por primera vez, esa microinstrucción es una promesa: “no vas a quedar mal”. Para quien ya lo conoce, es un guiño amable, quizás innecesario, pero nunca molesto.
Para el negocio, eso significa más rotación del producto. Menos fruta abandonada en la estantería, menos devoluciones, menos reclamos. Significa construir una marca que enseña, que piensa en ti, que no da nada por sentado.
Al final, nadie pierde.
El diseño no siempre brilla. A veces solo tranquiliza.
Y con eso, basta.
Créditos: Santa Sofía. Empresa mexicana.
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