Obra 21
Están en un pasillo cualquiera, en un súper cualquiera. O en una plaza de mercado, de esas con techos altos y puestos coloridos. Solo que no siempre te das cuenta.
A veces vas con lista, a veces solo con hambre. Pero siempre, sin darte cuenta, levantas la mirada.
Arriba, ese letrero suspendido no grita, pero guía. Dice “frutas”, “panadería”, “aseo”, “carnes”. Y aunque jures que no lo viste, tu cerebro ya está calculando el camino más corto.
Diseñar un mercado, como diseñar un sitio web, es diseñar un flujo.
Y esos rótulos flotantes son mapas mínimos que reducen fricción, ansiedad y tiempo. Son UX en altura: cuando están bien hechos, nadie los nota. Hasta que algo cambia de lugar.
Entonces, lo que parecía insignificante se vuelve esencial. Lo invisible se revela justo cuando más lo necesitas.
Porque en el diseño cotidiano, no siempre se trata de destacar. A veces, se trata de no estorbar.
De que encuentres sin preguntar. De que decidas sin dudar.
De que un pasillo cualquiera —techado o al aire libre— se convierta en un atajo hacia lo que buscabas.
Ubicación de las fotos: HEB (México) y Plazas de Mercado (Madrid, España y Puerto Escondido, México)
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